jueves, 18 de octubre de 2018

La Leyenda del Agujero de la Heredad por Estanis Fernández




Hace muchos años existía una aldea al norte de Cerro Grande,esta se encontraba en las faldas de este cerro y dominaba una gran planicie cruzada por el que todos llamaban Río Grande.Estaba habitada por gentes venidas de sitios lejanos que se perdían por detrás de los mares.
En aquella aldea todos los años el día del Sol Quieto se recordaba un acontecimiento desgraciado,según contaban los mayores, tres de sus habitantes ese día desaparecieron. Decían, como fueron al Cerro Grande a recoger esparto y que estos se vieron sorprendidos por una tormenta tan fuerte que su fuerza provoco un alud de barro piedras y arboles de tal magnitud que engullo a los jóvenes dejándolos sepultados.
Como recuerdo a sus seres queridos las gentes del lugar ofrecían respeto con cánticos y ofrendas al gran Sol.
Aquel año en vísperas de la efemérides de aquella desgracia y cuando los aldeanos se disponían a conmemorar el triste desenlace,estos se vieron sorprendidos por un ejercito de guerreros venidos de las tierras del norte,estas gentes eran despiadadas y todo lo que encontraba a su paso lo destruían, mataban y violaban a las a los niños y mujeres.
Asustados por el comportamiento de aquellos bárbaros los habitantes de la aldea emprendieron la huida hacia otra aldea al Sur del mismo cerro.Pero la desgracia se volvió a cebar con los huidos,una inmensa tormenta se poso sobre sus cabezas dejando en poco tiempo el llano anegado he impracticable para la huida. El anciano mas sabio de la aldea decidió bordear la falda del Cerro Grande como única alternativa para poder huir.En su afán de no morir se encaminaron por la ladera,la tormenta devastadora todo lo volvía oscuro ,los niños y los ancianos hacían la huida mas lenta y agónica.
Los rayos parecían estar de parte de los enemigos pues estos iluminaban el entorno y hacían que el perseguidor cada vez estuviera mas cerca.A medio camino de la aldea vecina una cresta rocosa le cortaba la huida el nerviosismo y la desesperación se hacían parpa ble en los aldeanos,pues cada vez se oían mas cerca el relinchar de los caballos enemigos.
Cuando parecía que todo estaba perdido un relampagueo constante le indicaba una oquedad entre los arboles y las rocas,sin bacilar ni un momento todos cruzaron por aquel agujero.Cuando el ultimo aldeano paso y sin echar la vista atrás el tiempo empezó a cambiar la tormenta se calmo y ya no se oían los trotes de los caballos.De madrugada y exhaustos llegaron a la aldea vecina,esta también se encontraba en las faldas del Cerro Grande y aunque por ella no pasaba ningún rió esta también ,tenia riachuelos y fuentes y gozaba de fama y riquezas por todo el entorno. Después de socorrer a los huidos esta se preparo para esquivar el asalto del enemigo pero los días pasaron y allí nadie se acercaba.
Un día unos niños añorando su antigua aldea decidieron ir a ver en que estado se encontraba y si el enemigo la había abandonado.Cuando estaban cerca del agujero horadado aquel que días antes habían cruzado huyendo de la tormenta y del invasor observaron como este estaba tapado con piedras ,tierra y ramajes,pero al acercarse mas y mas se podía ver entre las piedras y incrustados en la tierra unas sogas de esparto, sandalias hechas de la misma planta y algún adorno de cuero.Apresurados bajaron a la aldea a contar lo que habían visto.
Inmediatamente los padres y muchos aldeanos subieron a ver por sus propios ojos lo contado por aquellos jóvenes y ellos también quedaron impresionados pues los cuerpos de los tres jóvenes desaparecidos junto con sus enseres tierra y piedras habían taponado aquella oquedad para de esa manera impedir el paso del invasor.
Cuenta la leyenda como los aldeanos de las dos caras del Cerro Grande junto con otros asentamientos de los alrededores subían a La Oquedad Horadada para rendir culto a sus difuntos el día del Sol Quieto.

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