Los monjes jerónimos, dueños de la finca cercana conocida como La Granja, rigieron durante mucho tiempo el balneario. A finales del siglo XVIII el obispo de Guadix-Baza Fray Bernardo de Lorca le dio un gran impulso, se restauró el edificio del balneario, se abrió una hospedería y se erigió la ermita en sus inmediaciones bajo la advocación de los Santos Médicos.
El balneario y sus dependencias eran bienes de propios del Ayuntamiento de Zújar al que obligaron a venderlos a raiz de la Ley de Desamortización de Madoz de 1855, siendo adquiridos después como bienes nacionales en desamortización por don José Mª Iturrabio, de Úbeda y don Antonio Lora, de Sanlúcar de Barrameda, por la cantidad de 111.101 reales. Posteriormente quebrarían y los compró don Antonio Sánchez, vecino de Madrid, el cual le dio un gran impulso y propaganda; se publicaron memoria sobre composición y propiedades físicas, químicas y terapéuticas de sus aguas.
La familia Almagro, dueña del balneario desde finales del siglo XIX, realizó una reforma ya en el siglo XX, equiparándose a los más avanzados de Europa en su época, ampliando y construyendo nuevas edificaciones e instalando salas de inhalaciones, vaporarios, pilas, ect, y construyendo un gran hotel para bañistas y visistantes aunque ya existiera la hospedería conocida como ''La Andaluza'' construida a mitad del siglo XIX con capital aportado por varias familias de Zújar, entre las que se encontraba la de doña Belén de la Torre Guillén de Toledo''.
Jaime Carrasco Linares Fragmento del Libro Historia de los Baños
