Dentro del taller de iniciación queremos dar a conocer lo que sabemos sobre los apellidos.
La RAE define apellido, como la señal de una familia con la cual se distinguen las personas
Ficha creada por Elisa Saampelayo ( Taller de iniciación a la genealogía) |
La función del apellido es complementar al nombre para evitar confusiones. En origen, los apodos u otro tipo de denominaciones cumplieron el papel del apellido, con distintivos tales como "Pedro, el hijo de Antonio", "Luis el zapatero", etc. Estaba claro que en las pequeñas aldeas o núcleos de población se repetían los nombres y por eso se hizo necesario el uso de un segundo nombre para distinguir a unas personas de otras Al existir varios "Juan ", estos se distinguían por el respectivo apodo: "Juan el del río", "Juan el de la Fuente ", etc.
La fijación de los apellidos comienza a partir de la Edad Media época en la que se hizo más necesaria la generación de documentos notariales y su difusión. Por eso los escribanos medievales que eran los que hacían esta función de notarios empezaron con la costumbre de hacer constar, junto al nombre de pila de los interesados, el nombre de su apodo o sobrenombre, profesión, procedencia, etc. En un principio sólo eran documentados los casos de cargo eclesiástico o de personajes de la alta sociedad, posteriormente, el uso de documentos se extiende al resto de la población, lo que terminará reforzando que ese nombre o distintivo añadido al nombre de pila acabe por convertirse en lo que hoy es apellido hereditario.
En los reinos de Navarra, León y Castilla, empezó a ser costumbre añadir al nombre del hijo el del padre más el sufijo "ez", el cual venía a significar "hijo de"; por Pedro Sánchez se quería decir "Pedro hijo de Sancho". Tal costumbre debió ser en principio a familias de la alta sociedad, pero sin duda luego fue extensible, por imitación, a los estratos más populares, como se deduce del hecho que los apellidos terminados en "ez" sean en la actualidad los más abundantes en nuestro idioma castellano o español.
Fuentes
http://www.elcastellano.org/ns/edicion/2006/septiembre/apellidos.html
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