En una calle o plaza limpia
lisa y bien aplanada
se pintaba un rectángulo
de tiza y muy bien remarcada.
Este se dividía en seis partes
todas, del mismo tamaño
estas, a la vez se enumeraban
como el bordado de un paño.
Se escribía primero el uno
que era el de la derecha
después dos, tres y girabas,
bajabas cuatro, cinco y seis
y así era como tu terminabas.
Se utilizaba para jugar
un trozo roto de teja
a ser posible cuadrada
y no ligera, más bien pasada.
Se empezaba a jugar por el uno
y en el seis se acababa
y entre número y número
en el cuatro se descansaba.
Te ponías a la pata coja
y con el pie el tejo empujabas
y si alguna raya este cubría
el jugador esta vez perdía.
Primero hacías el uno, dos y tres
en el cuatro ponías los dos pies
bajabas y hacías el cinco y seis
estos a la pata coja otra vez.
Si el pie del jugador
la raya de tiza pisaba
este se salía del rectángulo
y el juego no terminaba.
Primero eran números seguidos
después del uno al tres
en el cuarto descansabas
de este te ibas al seis
y así un juego terminabas.
También se hacían cruces
del uno te ibas al cinco
de este al tres volvías
descansabas en el cuatro
y ya, casi lo tenías.
Si seguías después al dos
y de este al seis cruzabas
si del seis salías bien
ahora sí que ganabas.
Después se jugaban mas números
y otras clases de rayuelas
pero yo es esta la que recuerdo
las que jugaban las ahora, abuelas.
Por Estanis Fernández.
Febrero 2018
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