Fotografía cedida por Olaya Guerrero Vistas de Embalse del Negratín y del Baño |
Del Libro Manantiales de Granada
Archivo de la Diputación de Granada.
Las aguas calientes son utilizadas desde muy antiguo a tenor de los restos ibéricos encontrados en sus inmediaciones con una utilización anterior probable.
Sabemos que los romanos dejaron una fuerte impronta por medio del edificio de gran vistosidad que debieron construir allí según se deduce de los restos encontrados en las instalaciones, en los que cabe destacar algunas columnas de mármol blanco e inscripciones. Una de las salas del edificio de los baños que existió hasta los ochenta, se denominaba por cierto “Baño Romano”. Aquél edificio mantenía antes de la demolición un “tepidarium” o estufa abovedada para la exposición a vapores y sudoración; el baño de agua caliente “calida labatio” y un gran estanque para nadar “piscina natatio” rodeado de un claustro formado por arcos. Una vistosa galería abovedada comunicaba las estufas con la piscina y servía como lugar de espera para los bañistas.
Los árabes que apenas modificaron esta estructura, también apreciaron las virtudes de las aguas del baño de Zújar, dada la habitual costumbre y arraigo que en la zona existió en el uso de los baños como refleja el Sínodo del Obispo de Guadix-Baza, Martín de Ayala en 1554 en el que queda patente como tras la reconquista, el uso de los baños se asocia fuertemente al costumbrismo arábigo ( morisco), siendo criticado e incluso satanizado por la autoridad católica.
Por aquellos entonces se les denominaba “ Baños de Benzalema” por encontrase próximos a la villa y fortaleza del mismo nombre. Luego pasó a manos de los jerónimos que habitaban el actual edificio de La Granja, próximo a los Baños. Sin embargo ya en 1697, Limón Montero, en su magnífica obra “ El espejo Cristalino de las Aguas de España”, ofrece una extensa descripción de estos baños, gracias al informe médico recibido del médico de Baza D. Jerónimo Sierra quien describe así el lugar:Los Baños de Zújar