A principios de los 60 del siglo pasado (s. xx) apenas
quedaban unas pocas personas que
supieran bailar el Fandango en Zújar. Fue entonces cuando un grupo de jóvenes
movidos tal vez por el impulso que los Coros y Danzas de la Sección Femenina
estaba dando al folklore en España, deciden unirse para aprender los pasos del
Fandango de Ánimas, que si bien aún no había desaparecido, estaba en vías de
extinción.
Entre aquellos jóvenes que deciden rescatar el
fandango del olvido se encontraba, como no podía ser de otra manera, Pepita
Plancha a la cual debemos gran parte del mérito de que actualmente haya un gran
número de personas, (entre las cuales me
encuentro), que hemos tenido la suerte de aprender y bailar nuestro fandango.
Junto con Pepita, principal impulsora de este grupo,
se encontraban:
Lolita Olivares, organizadora de los actos en los
que participaba el grupo de baile, como
Presidenta de Acción Católica.
Angelita Canalejo, hija de un guardia civil por
entonces destinado en Zújar.
Magdalena y Antonio Arredondo,
Hijos de Adelaida (Molineta) y Cayetano.
Pepa Espejo (de la Navarra).
Pepa, (hermana de Clemencia) y otros.
Este grupo nunca hubiera llegado a formarse, a no
ser por el trabajo desinteresado de
algunas de las pocas personas, (la mayoría mayores) que en aquellos años sabían bailar el Fandango y que se ofrecieron
a enseñar los pasos y las canciones a estos jóvenes deseosos de mantener
nuestro folklore.
Entre las personas que enseñaban el Fandango se
encontraban: Leonor, madre de Juan Navas (Gurugüi), Socorro, Piedad, Gertrudis
García Arredondo, Dolores Losada Moreno, Francisca (Pachicha), Raimunda y su
madre…
Los ensayos se llevaban a cabo en el barrio de la
Abatel en la cueva de Dolores (madre de Ángel el Loro), en las escuelas, y
cuando no encontraban otro sitio, ensayaban incluso en la sacristía.
Allí se reunían Pepita, este grupo de mujeres y
algunos hombres como Pepe el Manduco (el cual enseñó las canciones antiguas del
fandango como “Quédate con Dios devoto”
“Yo vide un cerro Volar”…), para intentar recuperar esta tradición oral
que gracias a estas personas sigue vigente.
Pepe el Manduco además de enseñar las canciones, también
colaboraba como músico. Tocaba la guitarra, según Pepita con gran habilidad.
Otros músicos que formaron parte de estos coros y
danzas fueron a la guitarra: Fernando el
de Mª del Mar, Manolito Plancha, Miguel
Martínez Navas, Pedro Losada Moreno (el Moro).
Francisco Martínez Navas tocaba el laud y Juanillo
el de Mª del Mar tocaba la bandurria.
El Cojo Zarca y su hijo Antonio (Añico) eran músicos.
Más tarde, Pepe (Palojo) hijo de Añico, cantaría en el grupo.
Esta agrupación de baile zujareña, bailaba el
fandango (como era costumbre en la época) al finalizar las cosechas, (en las
eras), en los San Antonios (altares que
se vestían en las vísperas de S. Antonio y en donde las mozas supuestamente
pedían al santo que les saliera novio), cuando pedían para las Ánimas (de ahí
su nombre), por Navidad, Fiestas, Feria…
Este grupo estaba totalmente consolidado, cuando con
motivo de una visita del obispo a Baza, Zújar fue invitada para participar en
un concurso de bailes regionales que se celebró en el colegio de la
Presentación. Como este colegio era femenino no le permitió a Zújar llevar los
músicos varones (no olvidemos que era
principios de los 60). Sin embargo cuando los componentes de este grupo de baile llegaron al colegio, observaron
que los Coros y Danzas de la Sección Femenina de Baza sí llevaban sus propios
músicos (hombres), por lo que tuvieron que improvisar un ensayo con ellos, para
que estos les sirvieran de acompañamiento en sus bailes.
Una anécdota divertida de esta visita (por no tener
consecuencias), ocurrió cuando el escenario del Teatro Ideal se vino abajo con
el obispo y el grupo de baile de Zújar que en esos momentos se encontraba sobre
él, quedando arriba únicamente Pepita Rodríguez (Plancha).
No obstante, a pesar de este incidente, la jornada
tuvo gran éxito para Zújar que consiguió el primer premio del concurso.
A raíz de la exitosa actuación de Zújar, la Sección Femenina de Baza, con Doña Isabel Portillo como Delegada,
vino a nuestro pueblo a aprender los
pasos del fandango (que junto con otros pasos que aprendieron en otros pueblos
de la comarca, conformarían su actual fandango) para posteriormente presentarse
a un concurso que se llevó a cabo en el Teatro Isabel la Católica de Granada.
En este concurso los Coros y Danzas de
Baza, llevando a Pepita como cantaora, fueron presentados con el
Fandango de Ánimas de Zújar.
A mediados de los 60 viene a Zújar la Cátedra
ambulante de la Sección Femenina (era como una escuela femenina viajera. Sus
caravanas se instalaban durante meses en un pueblo dando clases y recuperando tradiciones y
costumbres).
Es a partir de entonces cuando Pepita, Delegada de
la Sección Femenina de Zújar, empieza a organizar grupos de baile.
Forma el primer grupo con niñas de entre 8 y 12 años aproximadamente.
La iniciativa fue acogida con gran ilusión, puesto
que era el primer grupo infantil de baile que existía en mucho tiempo. Además,
así, nuestro Fandango tenía más perspectivas de continuidad.
Los ensayos se realizaban en el comedor de las
escuelas de la Cruz de los Caídos. Recuerdo la habitación llena de gente,
músicos, niñas, personas mayores…las niñas estábamos muy ilusionadas y creo que
los demás también, porque en el fondo pensábamos que estábamos contribuyendo a
mantener viva una tradición nuestra que estaba algo olvidada.
El día previsto para el primer baile era el Domingo
de Fiestas después de los Papeles.
Ese día amaneció con buen tiempo, por lo que mucha
gente subió al cerro de romería. (A mí esta vez no me importó quedarme porque
me hacía mucha ilusión bailar esa tarde).
A medida que avanzaba la mañana, el tiempo fue
cambiando, de manera que a eso de las tres de la tarde cuando me disponía a ir
a casa de mi compañera de baile Dolores (la Miguela) en donde sus hermanas nos
iban a peinar, se desencadenó una fuerte tormenta. Estuvo lloviendo mucho rato,
en realidad no recuerdo bien si esa tarde dejó de llover del todo.
Cuando terminaron de peinarnos nos dirigimos hacia
la bodega del Realista. Allí estaban las demás compañeras acompañadas con sus
madres, vistiéndose con el atuendo del fandango, a pesar de que las condiciones atmosféricas
presagiaban que nos íbamos a quedar compuestas y sin baile.
Así fue, eran poco más de las seis de la tarde
cuando a través de los cristales de la puerta de la bodega, vimos con tristeza
y desilusión pasar la procesión a paso muy rápido debido a la intensa lluvia.
Todo lo que había sido programado para esa
tarde tuvo que ser aplazado. Los bailes fueron
pospuestos para el Martes de Fiestas después de la representación del Drama.
Ya en esta ocasión sí pudimos llevar a cabo con gran
ilusión y con muchos nervios (por nuestra falta de experiencia) nuestro
fandango de Ánimas.
Otra de las ocasiones en que bailamos, fue en Guadix en la Plaza de las Palomas con motivo de los
actos programados (creo recordar) para la Consagración del obispo Gabino. Tengo
un recuerdo bonito, sobre todo por lo
que suponía salir del pueblo en aquella época.
Pepita siguió durante muchos años (de forma
totalmente altruista) enseñando el fandango y otros bailes regionales como: Malagueñas,
Murcianas, la Reja, el Candil… y por supuesto el Fandango, a niños y jóvenes
que bailaban en Zújar a lo largo del año con distintos motivos, así como en
otros pueblos cuando surgía la ocasión.
Otra persona que también merece una mención especial
en lo que se refiere a la conservación y difusión de nuestro Fandango es Manuel
Calixto.
Calixto tenía alrededor de 10 años (finales de los
40) cuando Fino (Gitano de Zújar), le enseñó a bailar el fandango, el cual también
contribuyó en aquella época a que nuestro fandango haya llegado hasta nuestros
días. Fino además de enseñar a bailar, participaba en el grupo de baile
cantando y tocando la guitarra.
Calixto participó en grupos de baile hasta los 20
años, fecha en la que él y su familia
emigraron a Barcelona.
Después de un largo paréntesis de alrededor de
cuarenta años, Calixto volvió a Zújar y retomó de nuevo el baile, pero esta vez
como maestro, trasmitiendo a niños y
jóvenes lo que sus antecesores le habían enseñado a él, “el Fandango”.
Como podemos observar nuestro Fandango, aunque con
altibajos y no exento de dificultades se ha ido manteniendo en el tiempo.
En mi opinión creo que podemos sentirnos orgullosos
de todas esas personas que en su momento aportaron su granito de arena, para
impedir que nuestro Fandango quedara en el olvido como ocurrió en algunos
pueblos y ciudades.
No obstante creo que deberíamos seguir motivando a jóvenes
y niños para que sientan la necesidad de conservar y mantener vivas nuestras
costumbres y tradiciones, poniendo en el
lugar que se merece a nuestro folklore.
Encarna Sánchez Navas
Zújar, Febrero 2014